El marco ético


En 1983, bajo los auspicios de la UNESCO, varias asociaciones de periodistas que representaban en total a 400.000 profesionales de todo el mundo adhirieron al estatuto de ética llamado “Principios internacionales de ética profesional en periodismo”. Entre estas organizaciones se encontraban: La Organización Internacional de Periodistas (IOJ), la Federación Internacional de Periodistas, la Federación de Periodistas Árabes (FAJ), la Unión de Periodistas Africanos (UJA), y la Confederación de Periodistas de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (CAJ).
Por eso, hemos tomado este estatuto como un ejemplo de las normas éticas que rigen a nivel global para los medios de comunicación y quienes trabajan en ellos. A continuación reproducimos algunos de los artículos más importantes para tener en cuenta en el caso de las caricaturas de Mahoma:

Principio II: La dedicación del periodista a la realidad objetiva:

La principal tarea del periodista es servir a la gente en su derecho a la verdad y la información auténtica con una dedicación honesta a la realidad objetiva, (…) precisando sus conexiones esenciales y sin causar distorsión(…) para proporcionar al público el material adecuado que le permita formarse una idea exacta y comprensiva del mundo(…)

Principio VIII: Respeto por los valores universales y la diversidad de culturas

Un periodista de verdad defiende los valores universales de la humanidad, sobre todo la paz, la democracia, los derechos humanos, el progreso social y la liberación nacional, mientras que respeta el carácter, el valor y la dignidad distintivos de cada cultura (…) Así el periodista participa activamente en la transformación social hacia la mejora democrática de la sociedad y contribuye con el diálogo a un clima de confianza en las relaciones internacionales que guían hacia la paz y la justicia para todos, a la distensión, al desarme y al desarrollo nacional (…)


Principio IX: Eliminación de la guerra y de otros grandes males que enfrenta la humanidad

El compromiso ético con los valores universales de la humanidad llama a que el periodista se abstenga de cualquier justificación para la incitación a las guerras de agresión (…), y el resto de las demás formas de violencia, odio o discriminación (…). Haciendo así, el periodista puede ayudar a eliminar la ignorancia y el desentendimiento entre la gente, hacer a los ciudadanos de un país sensibles ante las necesidades y deseos de otros, asegurar el respecto a los derechos y la dignidad de todas las naciones, de toda la gente y de todos los individuos sin la distinción de raza, sexo, lengua, nacionalidad, religión o convicción filosófica.

Podemos ver aquí dos lineamientos principales:

Primero, los profesionales de los medio deben obrar de buena fe y transmitir información objetiva que no se halle distorsionada.

Cabe preguntarse si Jyllands-Posten actuó de buena fe. En todo caso, ante una demanda, se debe tener en cuenta las normas de la ética periodística. Tanto el diario de Dinamarca como los que lo secundaron en la publicación deberían demostrar que se actuó sin malicia. Por supuesto, esto es subjetivo, pero vale recordar que al menos el Jyllands-Posten es acusado de mantener posiciones racistas en su línea editorial, y que al parecer se negó anteriormente a editar viñetas concernientes a la religión católica, marcando así la posible existencia de un claro prejuicio hacia la religión y cultura islámica. Además algunas caricaturas, tal como la que muestra a Mahoma con una bomba en la cabeza podrían considerarse como una distorsión de la realidad. Si un hipotético juez buscara comprobar si el diario actuó o no de mala fe, debería sopesar la labor desplegada con anterioridad en el diario.



Segundo, los medios deben ser responsables con respecto a los valores que transmiten. Se considera que los medios deben transmitir valores que colaboren al perfeccionamiento democrático de la sociedad, tales como el respeto a los derechos humanos, la paz, y la libertad.
Las caricaturas de Mahoma, provocaron estallidos de violencia en medio oriente, enfrentamientos y muertes, además de una crisis diplomática entre varios países de occidente y oriente y amplió la ya enorme brecha de incomprensión y prejuicios entre las naciones y pueblos occidentales e islámicos.


En principio, el editor del diario al pedir disculpas por las caricaturas aclaro: “No comprendimos la delicadeza de la situación”. ¿Es esto cierto? Tanto en Dinamarca como en otros países la tensión con las pequeñas comunidades musulmanas iban en claro aumento: recordamos que entre fines del año 2005 y principios del 2006, cientos de inmigrantes musulmanes de los suburbios de Francia (y otros países también) causaron enfrentamientos y destrozos como parte del descontento social de esos grupos marginados y discriminados por el sistema del país; a esto se agregan las crecientes tensiones en medio oriente desde las invasiones a Afganistán e Irak y la escalada verbal entre Estados Unidos y el gobierno Iraní. ¿Es ético en esta situación de creciente descontento publicar unas ilustraciones que como ya sabia el medio danés eran altamente provocativas para las comunidades islámicas? Teniendo en cuenta que el Jyllands- Posten sabia que podrían resultar hirientes, no parece ético haberlas publicado.


Aún más al margen de estas normas parecen haber actuado los medios que reprodujeron las viñetas con posterioridad, cuando se sabía que su nueva publicación tendería a aumentar la ira de millones de musulmanes y un conflicto altamente violento ya diseminado por numerosos países.


Cabe destacar que otros medios no publicaron las caricaturas por considerarlas contraproducentes. En Inglaterra, un medio de comunicación religioso retiro de circulación su semanario. La Iglesia Anglicana de Gales ordenó retirar de circulación la última edición de su revista escrita en galés Y Llan (Iglesia), porque incluyó una caricatura de Mahoma y se abrió una investigación para determinar cómo llegó el dibujo a la revista; a la vez, le pidió perdón a Consejo Islámico de Gales.


En Estados Unidos los diarios decidieron no publicar las caricaturas, por “respeto” a sus lectores. “Si se que lo que voy a publicar es ofensivo, me preguntaría si no va a ser contraproducente” declaró Fred Hissatt responsable de la línea editorial del Washington Post.


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