Los hechos: La publicación de las caricaturas



El 30 de Septiembre del año 2005, el diario Jyllands-Posten, el de mayor tirada en Dinamarca, publicó doce caricaturas satirizando a la religión islámica: en varias de ellas aparecía ilustrado el profeta Mahoma, el hijo de Dios para los practicantes de la fe musulmana. El hecho recién recibió la atención internacional cuando fueron reproducidas tres meses después en la revista noruega Magazinet.


Las caricaturas resultaron ofensivas para algunos fieles mahometanos ya que no sólo muestran el rostro del profeta -lo que ya significa de por sí una blasfemia según la fe islámica- sino que se burlan de algunas creencias de esta religión: no sólo de las que son más radicales -como que a los terroristas suicidas se los recompensará en el cielo con siete vírgenes:“se nos acabaron las vírgenes’’ reza una de las viñetas- sino que otras muestran a Mahoma con una bomba como turbante, endilgándole a el mismo la responsabilidad por los diversos atentados llevados a cabo en su nombre.


La protesta no tardo en llegar: fue coordinada por 57 países musulmanes tres meses después de la publicación; el tema se transformó inesperadamente en el eje principal de una reunión que se llevaba a cabo en La Meca entre 57 líderes islámicos. En la declaración final de la reunión se condeno: “la profanación de la imagen del sagrado profeta Mahoma en los medios de comunicación de ciertos países que usan la libertad de expresión como pretexto para difamar a las religiones’’.


Mostrando también su disconformidad, miles de personas salieron a manifestar en las calles. Las primeras ciudades en donde se iniciaron las protestas de los fieles -frente a embajadas y consulados de países europeos- fueron Damasco y Teherán.


Días después, varios periódicos europeos publicaron algunos de los dibujos para solidarizarse con la prensa danesa y noruega y para reafirmar el derecho a la libertad de expresión.


La polémica estallo definitivamente: las protestas poco a poco tomaron un tono más encendido y las manifestaciones se tornaron más virulentas. Numerosos países islámicos pidieron explicaciones a los países donde se habían realizado las publicaciones. Marruecos y Túnez prohibieron la venta de los diarios en donde fueron publicadas. En otros países islámicos los diarios y revistas o canales de televisión que mostraron las imágenes fueron cerrados y/o sus editores despedidos. Otros tuvieron que pedir disculpas públicas para evitar represalias en contra.


La controversia también se sintió en el plano diplomático -con cierre de embajadas y retiro de varios diplomáticos islámicos en Dinamarca-, político -con la renuncia de un ministro danés y la canciller sueca- y económico -con un boicot comercial de Egipto y otros países de medio oriente a Dinamarca que le ocasionó graves perdidas económicas a este ultimo país-.


El conflicto también derivó en una ola de violencia callejera en diversos países musulmanes, que terminó con 40 muertos en diversos enfrentamientos. La indignación espontánea de millones de fieles fue utilizada en varios casos por diversos gobiernos para esconder sus propios problemas internos y/o con el objetivo de enardecer las pasiones de varias guerras: la iraquí, la afgana, la del desarrollo nuclear iraní y la interna entre musulmanes chiítas -más ortodoxos- y los sunnitas.

En tanto, en el medio periodístico se desato un debate profundo entre quienes defendieron la libertad de expresión ante todo y quienes consideraron a las caricaturas como una mera provocación, y se mostraron favorables a auto limitarse en estos casos.

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Todo comenzó el 30 de septiembre en Dinamarca cuando las 12 caricaturas de Mahoma aparecieron en el periódico danés Jyllands-Posten.


El diario solicitó el trabajo a varios dibujantes (doce accedieron al llamado) después de que un escritor danés se quejara por la falta de ilustradores para un libro suyo sobre la vida de Mahoma. Todos, según el autor, habían rechazado el encargo por temor a represalias.


Jyllands-Posten consulto y les mostró las ilustraciones a diferentes especialistas árabes antes de incluir las mismas en sus páginas y los mismos advirtieron que era muy probable que resultaran ofensivas para la comunidad musulmana.


Según el editor Carsten Juste, responsable por su publicación inicial, se editaron los dibujos satíricos de todas formas: “para poner a prueba si el temor a las represalias de musulmanes había comenzado a limitar la libertad de expresión en Dinamarca, y como mecanismo de defensa de la democracia secular y la libertad de expresión”.


Después de la publicación en la revista noruega Magazinet, y del consiguiente estallido de los reclamos, varios medios europeos -el francés France Soir, los alemanes Die Welt y Berlín Zeitung y otros de suiza y noruega- decidieron publicar también las caricaturas para solidarizarse con los medios que según ellos sólo ejercían el derecho a la libertad de expresión.


Los editores de Soir France publicaron los dibujos junto a la leyenda “la gente tiene el derecho de caricaturizar a Dios”. Poco después, el propietario del diario, el franco-egipcio Raymond Lakh despidió al director Jacques Lefranc en “señal de respeto a los musulmanes”. Pero su natural reemplazante, el subdirector de la publicación se negó a reemplazarlo en solidaridad con su colega despedido. Los periodistas franceses dijeron sentirse victimas de una "fatwa’’ (mandato religioso musulmán) que los empujaba a la censura. “La libertad de expresión es un derecho inalienable de la democracia” manifestó el diario comunista L’Humanite. También Liberation -diario fundado por Jean Paul Sastre- publico las caricaturas.


Algunos medios adoptaron una postura contaría a las ilustraciones: el diario conservador Le Figaro se diferencio claramente: “La autocensura puede revelarse necesaria. Lo que la ley autoriza la conciencia lo prohíbe algunas veces. Se puede hacer un mal uso de la libertad de prensa’’. Otros periodistas opinaron que la publicación para solidarizarse con Jyllands- Posten era tirar más aceite sobre el fuego.


El gobierno de Francia -incluido el presidente Jacques Chirac-advirtió que no se censuraría a la prensa, pero solicito respetar las religiones. El ministro del interior Nicolas Sarkosky afirmó “es mejor el exceso de la caricatura que el de la censura. El Islam no quiere decir terrorismo. Pero no se va a hacer una legislación especifica para una religión’’.


Al volverse más critica la crisis, los líderes de Alemania, Italia, Portugal, Hungría, Austria, Finlandia y Letonia condenaron la violencia desatada afirmando que “la libertad de opinión es un elemento indisociable de las democracias europeas. Pero las responsabilidades y el respeto a las otras religiones forman parte también de la libertad’’.


El primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, se negó a pedir disculpas a los países islámicos para que estos finalizaran las protestas diplomáticas: “El Gobierno no controla a los medios de comunicación, son libres, por eso no puede pedir perdón en su nombre".

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El Jyllands-Posten se negó en principio a pedir disculpas por la publicación de las caricaturas. El jefe de redacción del diario dijo que su diario había perdido la batalla por la libertad de expresión que intentaba impulsar con las tiras cómicas, pero que ahora se sentía muy fortalecido por la solidaridad de sus colegas europeos.

Los gobiernos islámicos se unieron en su indignación: una cumbre de ministros del Interior de la Liga Árabe en Túnez exigió que se castigara a los responsables. Arabia Saudita, Kuwait y Libia retiraron a sus embajadores en Copenhague. El gobierno sirio pidió que se castigue al autor de las caricaturas, llamó a consultas a su embajador ante Dinamarca y se sumó así al coro de países musulmanes que exigían al Gobierno danés un gesto. Irán decretó la ruptura de todos los contratos económicos que mantenía con Dinamarca y el resto de países europeos que secundaron la publicación de las viñetas.


En total, media docena de países emitieron condenas y la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), instó a realizar protestas pacíficas.


Además, las instituciones danesas en países árabes también se vieron afectadas por la polémica, ya que se llamó a un boicot de los productos de Dinamarca y Noruega por parte de importantes grupos de la región.


El gigante lácteo sueco-danés Arla, el más afectado por el bloqueo, anunció el despido de 55 de los 160 trabajadores de su lechería en Nibe (Jutlandia) como resultado del descenso de la producción destinada a Oriente Medio ya que las perdidas alcanzaron los 1,6 millones de dólares por día.

También el director gerente de Grundfos, el productor de más de la mitad de las bombas de agua a nivel mundial, declaró que su empresa consideraba trasladar la producción al exterior si el gobierno no cambiaba su actitud. En lo político, el ultra nacionalista Partido Popular Danés propuso que el Gobierno liberal-conservador destine unos 3,4 millones de euros para que la cadena pública DR hiciera una emisión especial de radio y televisión destinada a los países árabes. Animaban así a seguir el ejemplo de cadenas como "Radio Liberty" que en la Guerra Fría emitían para los países del bloque comunista.


Fue esta crisis económica y la presión de las empresas danesas que operaban en la región islámica, lo que finalmente impulsó el 30 de enero a que el editor en jefe del Jyllands-Posten Carsten Juste, emitiera una suerte de disculpa.


Juste afirmo que el diario no había violado ninguna ley danesa pero pidió disculpas a aquellos musulmanes que se habían sentido ofendidos por las ilustraciones y opinó "que varios grupos étnicos deberían vivir en paz y armonía entre sí y que los debates y desacuerdos deberían tener lugar en una atmósfera de mutuo respeto". También explicó que nunca habría permitido la publicación de las caricaturas si hubiese sido consciente de las consecuencias que se provocaría.


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