Las diferentes posiciones


Ningún político, intelectual o periodista se privó de dar a conocer su posición en medio de la controversia. Por un lado, están quienes desde diferentes posiciones y con argumentos muy disímiles entre si condenaron la publicaron de las caricaturas. Varias entidades y personalidades islámicas, se opusieron a las publicaciones por hallarlas ofensivas hacia la ley islámica.
El líder supremo de Irán, Alí Jamenei, declaro entonces: “¿Cómo es posible que la libertad de expresión sea respetada cuando se niega o sólo se duda de la saga del Holocausto, pero la misma libertad de expresión es defendida severamente por los líderes europeos si se trata de insultar a más de 1.500 millones de musulmanes en el mundo?


"El profeta fundó una religión pacífica y de ningún modo tuvo la intención de inspirar el fanatismo terrorista", opinó a su vez Dalil Boubakeur, clérigo de la Mezquita de París y presidente del Consejo Musulmán francés.


"Nosotros, musulmanes, queremos insistir en las convicciones pacíficas de nuestra religión, y nunca aceptaremos que sea deformada", agregó Boubakeur.


El premier malayo Badawi y jefe de la Organización de la Conferencia Islámica llamó a que se cambie la falsa percepción de terroristas que existe en occidente con respecto a los musulmanes. Sin embargo, ese mismo día una compañía norteamericana invitaba a comprar una remera con la caricatura en la que mahoma tienen una bomba en la cabeza como ‘’testimonio antiterrorista’’.


También se mostraron en contra de la publicación funcionarios, intelectuales y teólogos occidentales.


Gunter Grass, escritor y premio Nobel de Literatura manifestó que las caricaturas de mahoma le recordaban a las publicaciones de un celebre diario alemán de la época Nazi, Der Stumer, que contaba con caricaturas antisemitas por el estilo. Y se mostró indignado por que el Jyllands Posten siguió con la idea de publicarlas aun sabiendo que resultarían ofensivas. “Siguieron adelante porque son radicales de extrema derecha y xenófobos”.


Kofi Annan, el secretario general de la ONU, criticó a los medios que continuaban publicando las caricaturas y afirmo que se trataba de una acción “insensible” y “provocativa”.


Por su parte, el Vaticano condeno las caricaturas: “el derecho a la libertad de pensamiento y expresión, sancionado por la Declaración de los Derechos Humanos, no puede implicar el derecho de ofender el sentimiento religioso de los creyentes” agregando que “pueden constituir una inadmisible provocación” pero a su vez señalando que “las ofensas provocadas por a una persona por órganos de prensa no pueden ser imputadas a las instituciones publicas del país” aunque esas autoridades “podrán y tendrán que intervenir en base a los principios de la legislación nacional”.

Leonardo Boff, ex párroco brasileño y prestigioso referente de la teología de la liberación hizo un profundo análisis de la situación: “La cultura musulmana dice que lo principal de los seres humanos es que se entiendan como hermanos y hermanas dentro de una gran comunidad fundada en la creencia de que Dios- Alá- es el creador del cielo y de la tierra y nosotros somos todos hermanos. Para ellos, no es posible una sociedad fraternal sin ese principio. Cuando occidente critica esa referencia, como en el caso de las caricaturas de Mahoma, ataca directamente al corazón de la concepción musulmana de la sociedad y la cultura, y ofende a mucha gente.


Así como sería terrible para nosotros que los musulmanes nos dijesen que la dignidad humana no tiene valor, que los derechos humanos son una invención occidental burguesa, que las libertades no tienen validez. Todo eso significaría una agresión a las convicciones más fundamentales de la cultura occidental. Ahora estamos haciendo algo semejante con la cultura musulmana. De ahí la necesidad de aceptar y respetar las diferencias e intentar comprender las razones por las que los musulmanes piensan y organizan sus sociedades de la forma en que lo hacen.”

Por el contrario, algunos analistas políticos relativizaron la furia de los creyentes musulmanes y deslizaron la teoría de que los gobiernos de Medio Oriente en su mayoría “vieron las manifestaciones como una manera de aliviar el estrés y aprovechar a desviar la atención del pueblo árabe de los problemas internos”.

George Giacaman, director del Instituto Palestino para el Estudio de la Democracia, cuestionó la validez de la evidencia que apoya tales teorías. “Las caricaturas tocaron genuinamente un nervio sensible”, dijo Giacaman. "Uno no puede hacer que las personas salgan a manifestar y boicotear a menos que quieran hacerlo".


Otras posiciones, fueron realmente extremas: el grupo Hezbollah amenazo con un derramamiento de sangre y llamo al Parlamento Europeo a “adoptar una ley que prohíba atentados contra las religiones y sus valores sagrados”. A estas amenazas se sumó el grupo Yihad Islámica que pidió a los gobiernos implicados que se disculparan.


Otros fanáticos musulmanes, como Bin Laden, jefes talibanes de Afganistán y la asociación de orfebres de Peshawar, expresaron su descontento ofreciendo varios kilos de oro o millones de dólares a quienes asesinaran a los autores de las caricaturas del profeta. (Inclusive, un ministro de la India que ofreció una recompensa de este tipo, fue echado del gobierno, pero eso provoco manifestaciones para que lo restituyeran en su puesto).


Pero fundamentalistas, hubo de ambos lados. Es el caso del ministro para las Reformas Institucionales, Roberto Calderoli, del por entonces conservador gobierno italiano (encabezado por Berlusconi) quien pidió al papa que encabezara una nueva cruzada contra las “amenazas del Islam” cunado estalló la crisis. Calderoli (integrante del partido de la Liga del Norte de tinte racista) demostró su apoyo a las caricaturas vistiendo varias camisetas que reproducían las viñetas de la discordia. Esto motivo encendidas protestas en Libia frente al consulado italiano que terminaron con 11 muertos. Finalmente, tanto la oposición como el gobierno lograron que renunciara unos días después.


Entre los escritores y los profesionales de los medios, las opiniones también se dividieron.


El escritor sueco Jan Guillou afirmó que los dibujos daneses eran "vulgares y cobardes, pues tienen la intención de ofender a la ya angustiada minoría musulmana inmigrante".


Mario Vargas Llosa, escritor peruano, se mostró a favor de las caricaturas: “Vale la pena preguntar por qué a raíz del escándalo de las viñetas blasfemas, una buena parte de la Europa que disfruta de la cultura de la libertad ha mostrado una prudencia o desgano en la defensa de lo mejor que tiene y que ha legado al mundo”, observó. “El primer ministro danés Rasmussen ha rechazado las amenazas y los chantajes de los gobiernos musulmanes que quisieran ver introducidas en Dinamarca las prácticas intimidatorias, censoras y brutales con que ellos suelen manipular a sus medios de información. Pero su orfandad en el seno de la Unión Europea ha sido patética", añadió Vargas Llosa.


Bill Kovach, presidente del Comité de Periodistas Preocupados, organización de profesionales, académicos y propietarios de medios radicada en Estados Unidos dijo: “Los medios que no publicaron los dibujos o pidieron disculpas por haberlo hecho no tomaron tales decisiones en consideración a la sensibilidad de los musulmanes. El temor, en muchos casos, fue el verdadero motor de la decisión editorial, no el respeto a una religión.


En este caso, hay gente que usa la violencia para imponer límites a la libertad de expresión en un país distinto a aquél en que residen. Un límite no debe ser resultado del temor ni del decreto, sino consecuencia de una discusión calmada y racional en que se atiendan los sentimientos, opiniones, necesidades y valores de todos”, dijo Kovach. “Las ilustraciones fueron una provocación solo para quienes fueron provocados". Pero el periodista también se preguntó qué tipo de provocación.


"Una función importante que los periodistas cumplen en una comunidad es invitar a la gente a pensar sobre nuevas ideas u otras opiniones sobre asuntos importantes del día. En este caso, una prueba importante que un periodista responsable debe aplicar es preguntarse: ¿Esta caracterización, sea visual o textual, desafía al público a pensar, o simplemente lo enfurece?”.
Reporteros sin Frontera se mostró en contra de tomar medidas represivas como respuesta a las caricaturas: “Se piense lo que se piense de las caricaturas del profeta, y de la oportunidad de publicarlas, es absolutamente injustificable que actualmente haya algunos periodistas detenidos, denunciados ante la justicia o amenazados de muerte, y que se cierren publicaciones por haber reproducido los dibujos”.


Vincent Brossell, también de Reporteros Sin Fronteras (RSF), sostuvo que la libertad de expresión no debe amparar los llamados a la violencia y el asesinato. “Ese fue el caso de la radioemisora de Ruanda que exhortó a la mayoría étnica hutu a eliminar a miembros de la minoría tutsi.

Pero las autoridades de Bélgica, Estados Unidos, Francia y la ONU no hicieron nada para silenciar a la radio que emitía llamados a la matanza, como informó la organización de derechos humanos Human Rights Watch"

“Una ilustración así asocia directamente una religión con el terrorismo, y eso es inaceptable”, dijo el caricaturista de la revista satírica parisina Le Canard Enchaîné. “No puedes decir todo lo que se te ocurra sobre la comunidad musulmana.”

Jul, otro dibujante francés, declaró: "Creo que las caricaturas de Mahoma causaron tal histeria en el mundo islámico porque en Europa existe un profundo racismo antiárabe y antimusulmán."

La Asociación de Periodistas de Alemania (DJV) criticó la reproducción de las ilustraciones por parte de los medios de prensa que se solidarizaron con el diario Jyllands-Posten.

"Las publicaciones, sean en texto o en imágenes, que insultan las convicciones religiosas de una comunidad son incompatibles con la responsabilidad de la prensa", dijo el portavoz de la DJV, Hendrik Zoerner.

Joaquín Salvador Lavado "Quino", quien muchas veces toco temas sensibles en su reconocida historieta “Mafalda” también se mostró en contra de los dibujos del profeta. Afirmó que él "hubiera sido más cuidadoso" y agregó que durante su carrera de dibujante trató de ser “respetuoso”.

Otros comunicadores recordaron que la libertad de prensa no es un derecho absoluto en Europa, como pretenden ciertos propietarios de medios, y que los tribunales suelen emitir sentencias condenatorias contra periodistas y artistas que cuestionan convicciones religiosas.
Las asociaciones católicas francesas bombardean a los periódicos con quejas cada vez que creen que periodistas y dibujantes ofenden los dogmas cristianos.

Las leyes alemanas establecen una pena de hasta tres años de prisión a quienes emiten insultos contra creencias religiosas. Y al referirse a creencias la ley no se restringe a las cristianas, sino a todas las religiones.

Pero algunos musulmanes afirman que las leyes europeas se aplican dependiendo de a quién se acusa, y que, por lo tanto, es más probable que se castigue a un musulmán que agrede los dogmas cristianos que a la inversa.

"La semana pasada, un musulmán fue condenado a ocho meses de prisión en Roma porque retiró un crucifijo de la habitación del hospital en que estaba internado", dijo la escritora alemana de origen iraní Navid Kermani.

Pocos de quienes emitieron su opinión se inclinaron hacia una salida por vías legales del conflicto.

Sin embargo, Joel Kotek, historiador belga, opinó en una editorial que las caricaturas tienen como propósito amplificar un rasgo para que la realidad sea más legible. “Retratando al Islam bajo el signo global del Mal, la caricatura obviamente traicionó su misión. (…) ¿Habría que prohibirlas entonces? ¿Cómo no responder, también en este caso, por la negativa? Si bien hay que renunciar a toda idea de censura, eso no significa que haya que renunciar también a toda idea de límite. (…) Pero deben ser fijados solamente por los profesionales o los tribunales.”

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